Cómo no coincidir con la Presidenta respecto a lo bien que le vendría una vacuna contra la “mala onda” a muchísimos descreídos conciudadanos. La figura elegida derivó en una salida punzante, pero simpática, al fin y al cabo.
Los cambios necesarios para revertir esa “mala onda” existente en la sociedad son de una densidad imposible de lograr de un día para el otro, como sí lo consigue en el organismo un antídoto cuyo efecto es inmediato y efectivo. Uno se vacuna contra algo y con eso sólo evita que el virus se propague o lo afecte.
Todos fantaseamos con el cumplimiento de muchos de nuestros deseos y al concebirlos nos introducimos en pensamientos mágicos. Y su ocurrencia conlleva la intención de provocar como por arte de magia, el cumplimiento de un deseo. Como si Argentina ganara el Mundial en Sudáfrica, por caso, generaría una buena onda que nos vendría de maravillas. A todos.
Pero si no se diera esa circunstancia deseada y desde la fantasía se pudiera echar mano a una vacuna, ésta debería ser contra la corrupción. La buena onda después vendrá sola.
Juan José de Guzmán
jjdeguz@gmail.com
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