domingo, 17 de abril de 2011

Desde el Jardín

La savia es al árbol lo que la justicia a la Sociedad. Habita y recorre, como sustancia vital, todas las partes de su cuerpo. Es el alimento que lo nutre, desde las raíces al tronco y desde allí a sus ramas.

A veces, durante el trayecto el ramal se obstruye.  La savia entonces desvía su curso, dejando en su ausencia los caminos truncos. Esto repercute en toda la planta que al final de cuentas termina enfermando.

Sobrevendrán entonces modificaciones, deformaciones seguro y también mutilaciones.

La falta de tan vital elemento en sus ramas hará que sus hojas caigan primero, que sus flores se malogren luego, y los frutos se pierdan después.

El árbol resistirá, llorará por entre sus heridas resinosas y comenzará  a malograrse, irremediablemente. Hasta que un día caerá moribundo, abatido  ante el próximo viento.

Debemos comprometernos con firmeza y convicción a mantener los valores,  sin renunciar a nuestros principios, controlando desde el lugar que fuere y  sin eludir responsabilidades, para evitar que esa savia se desvíe,  dejando  caminos truncos.  Es posible que mañana entonces disfrutemos la llegada de  flores nuevas  y  frutos venideros.

Imagino a Chauncey Gardiner, sentado a mi lado, pronunciando con su ceremonioso tono estas reflexiones, mientras observamos de frente, el estado al que ha llegado nuestro jardín.

                           Juan José de Guzmán                              

                           jjdeguz@gmail.com

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