Publicado en lanacion.com, Blog de los lectores. 10/1/2011
Argentina se ha convertido en un país en el que con cualquier contacto político es posible hacer lo que a quien fuere se le antoje. Así es que se puede usurpar impunemente un predio que estuviese libre y saber de antemano que la consecuencia de cometer ese delito será la de negociar algún beneficio a cambio del desalojo.
Argentina se ha convertido en un país en el que con cualquier contacto político es posible hacer lo que a quien fuere se le antoje. Así es que se puede usurpar impunemente un predio que estuviese libre y saber de antemano que la consecuencia de cometer ese delito será la de negociar algún beneficio a cambio del desalojo.
O bien, si uno pertenece a otro decil dentro de la escala social podrá entonces especular con un negocio redituable, pasando por encima de cualquier norma de convivencia civilizada. Esto es lo que sucede hoy dentro de un barrio cerrado, a 45 minutos del centro, donde los dueños de un terreno grande decidieron lotearlo quedándose con uno, al que adaptaron como salón para fiestas privadas.
En su interior tiene equipos de sonido de tal potencia que producen temblores en el suelo, en ventanales y en la vida del vecindario. Días pasados llegó hasta la puerta del salón un patrullero que fue abordado por vecinos desesperados que creyeron llegaba la protección a semejante atropello. La respuesta que recibieron de los uniformados fue que tratándose de una propiedad privada ellos nada podían hacer, retirándose del lugar ante la atónita mirada de esa gente que buscaba en otros ojos explicación para semejante ultraje.
Claro, esta gente no tira piedras ni agrede a la policía por eso tal vez no aparezcan en televisión. Pero forman parte del mismo tejido social que se disgrega día a día, ante la mirada cómplice de políticos que sólo atinan a intercambiar chicanas.
Juan José de Guzmán
jjdeguz@gmail.com
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