Cada cual, en nuestra bicentenaria Argentina, atiende su juego. Y el que no, una prenda tendrá (total, la Patria , o Dios, está visto, no han demandado ni se sospecha demandarán a nadie). Y así nos va. Pasan los siglos, las décadas, los gobiernos, las oportunidades y seguimos siendo un país adolescente (por todo lo que carecemos, sufrimos, toleramos, necesitamos). Y aquí no es que se salva alguien de la crítica. Cada uno está enfrascado en hacer su propio juego, mientras los argentinos estamos atrapados en el medio.
Días pasados, en Paraná, quien gobernó desde 2003 habló de la importancia de construir un proyecto que a la Argentina le dé la perspectiva larga, de 10 o 15 años para terminar con las improvisaciones. Tardó unos años en darse cuenta. Claro que un proyecto de país se discute y construye acordando con todos, justamente en el Congreso, lugar al que decidió que debían ir a jugar a las escondidas los legisladores, que son más leales para con él que para con los ciudadanos. Que tal si un día cualquiera los legisladores se ponen a hacer los deberes en serio y entran por Comisión un proyecto de ley que contemple para los próximos 10 o 20 años, un acuerdo capaz de trascender por sobre cualquier gobierno.
Juan José de Guzmán
jjdeguz@gmail.com
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